
Debemos amar a Dios en lugar del dinero, y siempre vivir contentos y confiados, porque Dios es dueño del oro y de la plata, y Él es nuestro sustentador.
“Vivir contentos con las bendiciones de Dios, nos libra de los males y la desgracia que provoca el amor al dinero.”
Nuestro amor a Dios debe ser aprueba de todo. Sin embargo, es muy común que el amor al dinero voltee los corazones contra Dios, y es por esto, que en este mundo hay tanta corrupción y maldad, porque pareciera ser que el dinero da más seguridad que Dios. Esto es así en aquellos que andan por vista y no por fe, los que viven conforme a los deseos del mundo y de la carne, los que solo tienen su vista puesta en lo terrenal y no atienden las cosas celestiales.
El dinero no es malo, el mal está en el corazón del ser humano, porque este es capaz de amar al dinero en lugar de Dios, y además se atreve hacer lo debido con tal de obtenerlo, y por lo mismo, hará mal uso de este recurso, el cual incluso, es parte de la provisión de Dios para vivir.
Por amor al dinero una persona puede llegar a ser tan pobre, que lo único que logra tener en la vida es mucho dinero. Debemos vivir siempre en regocijo, lo cual es el resultado de tener Dios en la vida, porque Él nos dará lo necesario para vivir bien, si es que confiamos, y vivimos con la certeza de que Él se ocupa de nosotros. Y además, si trabajamos con esmero, honradamente, con su fortaleza y dando alabanzas a su nombre.