Necesitamos el conocimiento de la ley de Dios para obedecerla, lo cual significa que para toda decisión y acción debemos tomarla en cuenta, y aun en nuestros pensamientos, y así nos irá muy bien.
“Obedecer las enseñanzas de Dios realmente es conveniente para nosotros. A sí que, las exigencias de Dios para obedecerla, no es para su beneficio, sino para nuestra felicidad.”
Dios no solamente nos pide guardar su ley, para que seamos felices, sino que, también Él nos ayuda en ello; nos da entendimiento y convencimiento a través del Espíritu Santo con el que nos ha sellado para salvación y con quien nos mantiene en un proceso de perseverancia y santificación.
Nos es conveniente orar y actuar en el Espíritu, para hacer de las enseñanzas de Dios nuestra meditación diaria, y para tomar su ley como la guía de nuestra vida. Sólo el Espíritu Santo sabe cuáles son las necesidades más profunda de nuestro yo interno.
Actuar en el Espíritu con el propósito de guardar las enseñanzas de Dios, es lo que necesitamos, porque todo lo que hagamos como parte de nuestra meditación diaria en los mandamiento de Dios, los aplicará para nuestra transformación.