
Estas palabras son la oración de una persona arrepentida, pero también son el reflejo del alma golpeada por el pecado, la cual es aliviada por la preciosa misericordia de Dios.
“No debemos cometer el fatal error de quedarnos con el mal y el dolor en el alma por el pecado, debemos acudir a Dios arrepentidos, buscando su gracia, porque seguramente el será pronto para atender nuestra desgracia.”
Dios es la fuente de amor, misericordia y piedad en la que podemos lavar nuestros pecados. Muchas pueden ser nuestras maldades, pero más son las piedades y las misericordias de Dios para perdonarnos, lo cual, no solo nos alivia y nos devuelve la alegría, sino que también somos convencidas para apartarnos del pecado, para ser fieles y agradecidos ante Dios.
El pecado nos hará sentirnos acabados, pero al tener la confianza puesta en el sacrificio de Cristo, brotará en nosotros el consuelo y la esperanza de alcanzar la misericordia de Dios. Es aquí donde podemos entender el amor de Dios, a través de la asistencia incondicional al ser humano caído, porque Dios lo levanta, lo restaura, lo fortalece y lo libra del castigo.