Jesús vino al mundo a liberarnos del pecado y de la condenación, pero además nos trajo el regalo de la vida eterna.
“El plan salvador de Dios fue diseñado para todo el mundo, por eso Cristo vino con un mensaje incluyente, y su muerte en la cruz es la esperanza para todos, porque no vino a condenar a nadie, ni por su pecado o nacionalidad.”
Muchos religiosos esperaban la llegada del Mesías al mundo para condenar a todas las razas, excepto a Israel,
pero el mensaje de Dios fue claro, nadie se salva por la sangre de otro, es decir, por ser de algún linaje especial, sino sólo por la sangre Cristo, y por ella todos tienen esperanza no importando su color o nacionalidad.
Jesús es la esperanza de salvación, porque por él Dios ha detenido su ira contra nosotros, ya que si nos acercamos a Dios arrepentidos de nuestras maldades buscando el perdón a través de Cristo no seremos rechazados, porque ya no hay condenación para los que están en Cristo Jesús.
Esta es la buena noticia del evangelio; la salvación nos llegó del cielo a través de Cristo cuando estábamos sin esperanza, apartados de Dios, condenados en nuestros delitos y cuando éramos esclavos de nuestros pecados. Es aquí donde vemos que el amor de Dios a través del sacrificio de Cristo en la cruz, es superior a cualquier maldad humana. Aunque existen muchos miserables religiosos dedicados a condenar, incluso a condenar injustamente, en lugar de predicar el mensaje del amor y de la misericordia.