
No debemos actuar contra Dios aun en los tiempos más difícil, porque nunca nos faltará el respaldo de su poder, y tampoco estará ausente su buen propósito, de que siempre seamos mejorados espiritualmente, lo cual también añadirá las bendiciones físicas o materiales necesarias.
“Las tribulaciones nos quebrantan, pero no nos destruyen, ya que por un lado nos protege el poder de Dios, y por otra parte, su gracia nos transforma una vez que somos ablandados para recibir la forma que Dios quiere darnos.”
Dios nos da testimonio de su poder para que afiancemos nuestra vida en Él, ya que es lo único que nos hará perseverar hasta el final.
Esto nos ayuda a estar seguros de que Dios tiene el control de todo, y no satanás. Sin la manifestación de Dios en nuestra vida no podríamos enfrentar con firmeza la oposición del mal, porque que satanás siempre busca detener nuestra marcha de fe, y si podemos resistirlo, pero sólo con la presencia poderosa de Dios. Por eso en cada tribulación, aunque ciertamente fluyen nuestras debilidades, será para que no confiemos en nosotros mismos, sino en el poder de Dios.
También debemos saber, que no se trata solamente de salir ilesos de las circunstancias adversas, sino de ser transformados a la imagen de Cristo para honra de Dios. Así que cuando somos asistidos por el poder de Dios en nuestras tribulaciones, es para fortalecernos y santificarnos, ya que somos convencidos por Dios para acercarnos a Él y recibir la manifestación de su imagen santa, a través de su gracia bendita.