El sabio es un adorador reverente ante su Creador y Redentor

El que es sabio adora a Dios y se somete a Él de manera obediente, pero el que es necio, dice en su corazón que no hay Dios y con sus hechos lo niega.

“Debemos anhelar con todo nuestro corazón, y debemos esforzarnos por buscar y pedir la sabiduría celestial, porque sólo así toda nuestra vida puede tomar el rumbo correcto, puede cumplir con el propósito de Dios y se puede disfrutar.»

Buscar la sabiduría implica echar mano de la revelación de Dios, porque a través de ella lo podemos conocer, y pedirla implica orar a Dios,

porque Él ha dicho que dará sabiduría a quien se la pida. Lo primero que hace la persona que es sabia y que tiene el conocimiento verdadero, es reconocer que hay Dios,y como ser humano se ubica en el lugar que le corresponde. Es decir, la criatura reconoce a su Creador, pero no solamente eso, sino que también, como redimido, reconoce a su Redentor. Redimir significa, liberar, pagar el precio del rescate, lo cual en efecto hizo el Creador por sus criaturas; se humanó y con su vida pago por la vida de la humanidad.

Así que, no se trata solamente de conocer una historia sobre la creación, o de tener información sobre el evangelio. El que es sabio está convencido de quién es Dios y de sus propósitos, al crear lo que existe y al rescatar a la humanidad del pecado. Pero además, el sabio busca conocer más y más, cada día a Dios, y actúa en consecuencia y en razón de este conocimiento,  y por lo mismo, su vida refleja reverencia y gratitud a Dios.

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