
Por la fe en Cristo tenemos acceso al favor de Dios, él logró con su obra cumplir con Dios, ahora tenemos todas las recompensas y bendiciones por su obediencia y sacrificio. Ya no hay enojo divino contra nosotros, sino un trato grato y bondadoso. Por la enemistad con Dios estábamos separados, más ahora tenemos comunión y una relación en la que podemos disfrutar su paternidad.
“Puesto que Dios ya nos ha hecho justos gracias a la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Pues por Cristo hemos podido acercarnos a Dios por medio de la fe, para gozar de su favor, y estamos firmes, y nos gloriamos con la esperanza de tener parte en la gloria de Dios.” Romanos 5:1-2 DHH
Habiendo sido enemigos de Dios por nuestros pecados, por la muerte de Cristo fuimos reconciliados con Él. Éramos por naturaleza enemigos de Dios, porque Dios es santo y justo, y nosotros heredamos el pecado y la culpa de nuestros primeros padres. Si Dios no puede negarse a Él mismo, tampoco puede tolerar lo que ha prohibido, y como tal el pecado debe ser castigado.Cristo se ofreció voluntariamente para tomar nuestro lugar, fue así como la ira de Dios cayó sobre él, para pagar con su vida por nuestros pecados, así nos hizo libres de la culpa y maldición de nuestras maldades. Ahora ya no hay nada contra nosotros, ya no es la ira de Dios, sino su gracia sobre nosotros. Cristo estuvo frente a Dios para recibir la descarga de su ira, porque al sustituirnos en la cruz Dios aceptó esa obra, por eso no contuvo su irá sino que actuó justa mente al castigar nuestros pecados.La paz que disfrutamos los que creemos en Cristo consiste también en descanso, porque ya no pesa sobre nosotros el pecado ni la culpa; por un lado el pecado nos hace estar en una condición de miseria, lejos del ser que nos creó con sus propias manos, y por otra parte, la culpa por la maldad hace que nos sintamos perseguidos por la ira divina, pero todo esto termino en el primer momento que pusimos nuestra fe en Cristo, en su obra y en sus palabras. Quienes no han recibido el perdón aun cargan con la culpa, y aunque no crean que Dios existe, ni aunque no consideren el pecado como pecado sus vidas sufren esa condición bajo maldición.El ser perdonados nos hace sentirnos perdonados, lo cual cambia nuestra condición de vida; antes nos sentíamos tristes y con miedo, ahora tenemos gozo profundo y tranquilidad, porque ya no pesa sobre nosotros ninguna sentencia o rechazo de Dios, sino por el contrario, podemos acercarnos confiadamente ante Él y disfrutar todas sus promesas.Una vez que disfrutamos del favor de Dios nos da quietud y firmeza en los acontecimientos que nos son contrarios. A pesar de las tribulaciones nuestra vida se siente segura en Dios, porque a través de su paz que mora en nuestra vida, no tendremos malos pensamientos y nuestro corazón estará seguro en sus promesas, sabiendo que las circunstancias adversas no nos causarán daños profundos, y además, esas penalidades serán por corto tiempo. Disfrutemos la paz de Cristo y naturalmente compartamos la paz del evangelio.