En esta vida, y aun después de la muerte, serviremos a Cristo, porque por él y para el somos, nos compró con su sangre y nos dio la vida, además que nos glorificará cuando regrese a la tierra.
Mientras vivamos en este cuerpo y en este mundo, debemos vivir solo para honrar y servir a Cristo, debemos hacerle honor porque él murió y resucitó, y todo fue planeado desde la eternidad para salvarnos. Aquí somos siervos sujetos a él de manera voluntaria, por gratitud y respuesta a la salvación que ganó para nosotros. Nuestro propósito principal es hacer su voluntad, siendo obedientes en todo, aun al morir somos del Señor, porque él nos glorificará para consumar la salvación en nuestra vida, y nos pastoreará para siempre.