Somos libres en Cristo para vivir aquí con esperanzas futuras

En Cristo somos libres y nuestra participación en este mundo es para su gloria. Fuimos liberados del sistema de vida que se opone a Dios, y reconocemos que este mundo como creación le pertenece a Él, quién es el Rey del universo, y para el vivimos y servimos en su mundo, al cual también pertenecemos como criaturas redimidas.

En cristo hemos sido liberados de la vida mundana, hemos sido sacados de las tinieblas  la luz de Cristo,

de este siglo que se rige bajo la autoridad de satanás, y hemos sido trasladados al reino de Cristo. Pero tampoco podemos cambiar la realidad, que en este mundo vivimos ahora, y entre tanto, es nuestro hogar, nuestra existencia está aquí y también nuestras responsabilidades.

Este mundo como creación le pertenece a Dios, lo gobierna para sus propósitos y conforme a su voluntad. Por tal motivo, como sus criaturas no debemos otorgarle la gloria y el honor  a nadie que no sea nuestro Creador y Sustentador Supremo.

Nuestra conducta debe manifestar que hemos nacido de nuevo en Cristo y que pertenecemos a Dios y no a este reino. Sin embargo, al estar aquí, nuestra ética, moral y conducta, deben ser de testimonio para los que no creen; que es posible habitar aquí y vivir para la gloria de Dios, con la esperanza puesta en Cristo, quien vendrá por segunda vez, para transformar nuestro cuerpo y este mundo a un estado glorioso, tan gloriosos como él. Debemos mostrar, que sí es posible que nuestra vida aquí sea diferente, que la del resto, que viven en contra de Dios, y no se somete voluntariamente a su señorío.

Nuestra vida aquí en el mundo está dedicada a Dios, porque cuando éramos esclavos del pecado, siervos de la maldad y vivíamos contrarios a Dios, Cristo nos redimió, nos compró a pecio de su sangre. Ahora somos libres, ya no somos esclavos de la maldad, le pertenecemos a Cristo, él es nuestro amo y señor, somos sus siervos súbditos de su voluntad y somos los representantes de su reino en este mundo.

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