Con nuestra fe en Cristo vencemos el mal

Debemos procurar que nuestra fe en Cristo sea creciente y activa, para que la manifestación de nuestra victoria en el mundo se vaya consumando, porque aunque Cristo venció al maligno, nosotros debemos enfrentarlo hasta que se apague por completo su poder. Nuestra victoria ya fue anunciada, pero aún estamos en la batalla.

La victoria de Cristo sobre el mundo, es su triunfo sobre la fuerza del mal, sobre toda obra maligna de satanás en la vida humana y sobre todo sistema que se opone a Dios. Esta victoria de Cristo también es nuestra porque Dios lo ha declarado, pero también, porque al poner nuestra fe en Cristo recibimos el derecho de ser hijos de Dios, y por lo tanto, tenemos todos los derechos de un hijo en cuanto a la protección del Padre celestial se refiere.

La fuerza maligna aunque derrotada es también activa contra nosotros, pero al vivir la fe del evangelio, en Cristo esta presencia maligna se va apagando en lugar de minarnos y destruirnos, como es su propósito. Pero además, somos victoriosos por la fe en Cristo, porque nos fortalece para resistir los insistentes ataques del mal, pero también, nos da la fuerza para que actuemos ofensivamente, atacando a satanás al vivir y compartir la verdad en este mundo.

Como nacidos de Dios no estamos exentos de ser atribulados, pero ninguna fuerza u obra maligna nos puede separar de Dios, Él es nuestro Padre y lo será para siempre. Además, en todos los tiempos de angustia se irá manifestando nuestro triunfo, porque el mal no podrá impedir que la buena obra que Dios comenzó en nosotros se detenga, ya que si no pudo impedir que se consumara el plan redentor de Cristo en la cruz para que llegáramos a ser hijos de Dios, nada podrá hacer para derrotarnos.

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