
Siempre debemos examinarnos y ponernos a prueba si realmente estamos confiando en la misericordia de Dios y si andamos en su verdad. Las difíciles circunstancias del día a día nos sirven para observar nuestras reacciones y comportamientos, y esto es parte de la gracia de Dios que nos ayuda a ser moldeados a su voluntad y propósitos.
“Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón. Porque tu misericordia está delante de mis ojos, Y ando en tu verdad.” Salmos 26:2-3 RVR1960
Con madures, solides, con fuerte convicción y con seguridad en Dios, sí podemos pedirle que revise nuestra vida, que examine lo más profundo de nuestro ser, pero no con el afán de que nos apruebe o desapruebe, sino para que nos ayude y nos perfeccione para su gloria.
El que le pidamos que ponga a prueba nuestra fe y nuestra integridad, sí podemos hacerlo, sin caer en la arrogancia y en la soberbia, ya que finalmente, Dios nos prueba, pero siempre lo hace, sin que falte su gracia y su misericordia, porque esto lo lleva acabo con el propósito de ayudarnos a crecer.