Por amor Dios nos adoptó como hijos

En todas las cosas podemos observar la manifestación del amor de Dios por sus criaturas, pero solo por la fe que nos es dada por su amor, podemos reconocer lo especial de su amor en nuestras vidas, lo cual nos causa asombro y admiración, por lo que somos convencidos a amarlo como respuesta a su amor y como el ejercicio del don de la fe, que nos muestra también el propósito de su amor, el cual es nuestra salvación.

El tipo de amor que Dios nos brinda es paternal, porque en su amor tenemos segura la provisión, protección y dirección, claro es, que todas estas bendiciones son parte de las riquezas celestiales que nos son dadas junto con el regalo de la salvación, ya que principalmente Dios nos salvó por amor y con su amor, por amor porque no merecíamos la salvación estando perdidos, y porque Cristo el hijo de Dios es la manifestación especial del amor divino, de tal manera fue el amor por nosotros, que nos dio a su unigénito hijo como redentor, es decir, con su sangre pagó el precio de nuestro rescate.

Siendo enemigos de Dios y viviendo en rebeldía contra Él nos adoptó como hijos, y por esto nos hizo coherederos con Cristo, no hizo participes de su gloria, y así tenemos la promesa de recibir un cuerpo glorioso como el de Cristo. Como hijos de Dios experimentamos su amor todos los días, y nuestro conocimiento de Él nos transforma a su imagen, y así toda nuestra confianza y dependencia está únicamente en Dios.

Aunque el amor de Dios se ve en todo el universo y en todas sus criaturas, no todos pueden ver y entender la manifestación de su amor, y menos pueden comprender su propósito salvador, cosa que Dios solo permite que entiendan aquellos que Él quiere, que de hecho esta es la expresión de su amor, porque eligió amarnos sin que lo mereciéramos.

Como el mundo no entiende esto, tampoco reconoce, ni acepta a los hijos de Dios, ni nuestra relación con Dios, tempo está conforma por nuestra independencia del sistema de este mundo. Por esto el mundo aborrece a los hijos de Dios, pero podemos vencerlo por medio de aquel que nos amó.

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