En Cristo la bendición de Dios está garantizada, porque cada bondad de Dios para nosotros, es por la fidelidad de Cristo, por su sacrificio perfecto en la cruz para nuestro favor.
“Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.” Génesis 12:2-3 RVR1960
No se nos debe olvidar que somos bendecidos por Dios, al igual que nuestras generaciones, y que estas bendiciones junto con todas las promesas aún son mejores y más eficaces, porque Cristo confirmó todas ellas y con su obra perfecta en la cruz las garantizó para siempre. Pero sí debemos hacer honor a la bendición de Dios, y la mejor manera de hacerlo es siendo de bendición para todos. Nuestras vidas deben reflejar con hechos que adoramos con todo nuestro ser al Dios de nuestras bendiciones y que le servimos con total fidelidad.
Nada ni nadie nos puede quitar las bondades abundantes que Dios ha decretado para nuestras vidas, por eso debemos andar en confianza, obediencia y el gratitud ante Dios, y el mundo debe a través de nuestro testimonio glorificar a Dios. Todo aquel que se levante contra nosotros atenta contra los propósitos de Dios, porque para el somos especiales, de tal manera que el que nos bendiga recibirá la bendición de Él, pero quien nos acuse daño, si no se arrepiente quedará bajo la ira divina.
Honremos el nombre de Dios y saquemos de nuestro corazón todo lo que se oponga a una vida de adoración sincera, y hagamos de nuestra vida un culto permanente para Dios, que todo acto de nuestra vida refleje que realmente confiando en Dios y creemos que cada bendición, que ha dicho que tenemos, es real, y que la vivimos en el día, día.