Dios si nos puede proteger de todos los males que existen

Para no murmurar contra Dios, sino para confiar en él, tenemos que ser conscientes que por la fragilidad de nuestra carne y por la maldad del mundo, no es posible estar en una total condición de plena felicidad como quien no sufre ningún mal. Ahora el tiempo para llorar es una realidad, como también el reír, pero nuestra esperanza, también consiste en que un día Dios enjugará nuestras lágrimas, porque ya nada podrá causarnos llantos, en lugar de esto, el gozo, la alegría y la felicidad serán para siempre.

Dios te salvará de los peligros escondidos y de las enfermedades peligrosas, pues te protegerá con sus alas y bajo ellas hallarás refugio. Su fidelidad será tu escudo y tu muralla protectora. Salmos 91:3-4 PDT

Por esto mismo, con mucha fe y esperanza debemos clamar a Dios por su protección y por la provisión del bien, y como es tanto el riego que corremos todos los días, mayor debe ser nuestro clamor. Al no orar a Dios por sus promesas quedamos más expuestos, y es más probable que padezcamos mucho más, porque lo que el promete lo cumple, pero sí debemos creerlo y acceder a ello por los medios que ha establecido.

Si Dios permite que estos males afecten nuestro cuerpo aun cuando le pedimos en oración y nos refugiamos en el, tengamos plena certeza y conocimiento, que no nos afectarán en el plano de nuestra salvación, al contario, Dios usará todo para aumentar nuestra fe, y además, recordemos, que nuestro cuerpo es recuperable, tendremos uno mejor que el que hoy tenemos. Si nuestra alma hoy mora en una casa de campaña, mañana la casa será gloriosa, no hecha por manos de hombres.

La fragilidad de nuestro cuerpo, más las muchas enfermedades, bacterias, virus y toda clase de mal que golpea al cuerpo humano, nos hacen estar en riesgos permanentes, pero también, nos hacen creer que es urgente un clamor de gratitud y de esperanza para nuestras vidas. De gratitud, porque el conocimiento y la ciencia vienen de Dios, porque aunque hay tantos males, que son naturales y propios por el pecado de la humanidad, aun así, Dios por su gracia permite la cura.

El mismo cuerpo crea defensas para protegerse del mal por la pura gracia divina, ya que todo esto es su cuidado y protección, para que la especie humana continúe con vida. Si no fuera por el cuidado de Dios, ya no existiéramos en este planeta, por eso es que también, debemos seguir orando, pidiendo su favor y sus bondades todos los días, y que su protección nunca nos abandone.

Así es como los hijos de Dios podemos estar bien, de hecho estamos bien a pesar de todos los males de este mundo. Porque cuando a nuestra vida llegó la luz, el conocimiento y la fe de que Dios es nuestro protector y sustentador, quedamos libres del miedo aterrado e incontrolable de lo que nos pueda sobrevenir mañana, dejamos de vivir atormentados por el mal para no vivir más sin esperanza de lo que será nuestro futuro. Ahora estamos seguros que Dios tiene el control de todo, y somos conscientes del grande amor con que nos ama. Por eso no hay dudas, de que de todo lo malo nos guardará o nos fortalecerá para soportarlo todo.

Por nada debemos dudar que Dios nos cobija bajo su amparo impenetrable, que no hay un solo instante en el que abandone a sus fieles, que nada nos podrá hacer daño más de lo que el tuviere a bien. Procuremos con toda responsabilidad y gozo, que nuestras oraciones sean oídas desde la tierra y hasta el cielo, amparadas en lo méritos de Cristo y en las promesas de Dios.

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