Es incalculable el valor de una mujer virtuosa

Una mujer tiene valor por el hecho de ser mujer y por tener la imagen de Dios, sin embargo, el carácter, su forma de vida bajo la obediencia de Dios y su disposición para hacer el bien, la hacen digna de mucho valor.

«Las virtudes de una mujer es por la gracia de Dios operando en su vida, pero también por su diligencia para consagrarse a Dios, para estar en comunión con él. Ninguna virtud espiritual es el resultado del esfuerzo en sí misma, sino en la dependencia total en la gracia de Dios, es el resultado de buscar la presencia de Dios y de la vida devocional.»

El carácter cristiano de una mujer y la sabiduría divina y por lo mismo su temor delante de Dios la hace una mujer especial, porque traerá siempre bendición a su esposo y a toda la familia. No importa cuánto se tarde un hombre en encontrarla, debe buscarla, no debe desmayar en su búsqueda, pero también debe buscarla en el sitio correcto. Pero téngase en cuenta que toda mujer virtuosa merece un hombre virtuoso.

Este es el tipo de mujer que ora, adora y sirve, a esta clase de mujeres no se les encuentra en los sitios de maldades, o chismeando por todas partes.  La mujer virtuosa no es una mujer perfecta, pero si consagrada a Dios, no es libre de ningún defecto, pero reconoce sus errores y siempre busca instruirse en la palabra de Dios. Las decisiones de una mujer virtuosa están basadas en el consejo divino, porque su mayor virtud es la sabiduría que viene de Dios.

La mujer virtuosa es fuerte, valiente, esforzada, es ganadora, noble, bondadosa, y con muchas otras cualidades, las cuales son propias de vivir la vida en el Espíritu Santo. El valor de una esposa virtuosa sobrepasa al de cualquier piedra preciosa y valiosa, porque no hay nadie mejor como la que ama a Dios y vive bajo su temor, consagrándose y sirviendo siempre en su reino.

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