Dios responde nuestra oración con amor

La oración es un privilegio que no podemos despreciar, porque si Dios nos ha dado esta bendición de poder llegar a su presencia con cada una de nuestras gratitudes, con la búsqueda del perdón y con el clamor por nuestras necesidades debemos hacerlo.

 La oración es un recurso en la gracia de Dios, porque nos da la oportunidad de ser oídos por él para que su misericordia nos sea manifiesta en el tiempo de la prueba y de nuestra debilidad, entendiendo que solo no podemos ni superar las pruebas ni ser fuertes en la vida Cristiana, siempre necesitamos de Dios en cada momento de nuestro caminar de fe en esta tierra.

Dios nunca rechazará la oración de quien se acerca a él con humildad y fe; el que busca el favor divino, no el que reclama y murmura, el que pone su confianza en lo que Cristo hizo por él en la cruz, en el nombre que es nuestro mediador, nuestro intercesor y salvador. Siempre habrá una respuesta favorable y mucho amor divino para el que se acerca no porque se lo merezca, sino porque reconoce que el infinito amor de Dios ha abierto las puertas para que lleguemos a él.

Debemos cultivar la oración, porque no solamente de cosas materiales tenemos necesidades, sino también porque hay cosas fundamentales para nuestras vidas que nosotros no podemos resolver en lo absoluto. Dios nunca pasará por alto el pecado no confesado, del cual tampoco no exista arrepentimiento, y la gratitud por todos los beneficios divinos es un deber cristiano, aunque también es la oportunidad de acceder a más riquezas celestiales.

Clamemos a Dios, porque la pobreza no es lo que no tenemos, tanto material como espiritual, la pobreza terrible y la miseria desesperante es la ausencia de la oración, porque donde no hay peticiones no hay nada a qué responder y donde no hay respuesta no está Dios.

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