Dios es el dador y sustentador de la vida, la preserva, no sólo porque la ha creado, sino también porque la ha redimido, es decir, Dios ha liberado nuestra vida de las garras destructoras del maligno, no solo físicamente, sino también espiritualmente.
Físicamente Dios nos protege de todo lo que nos pone en peligros y espiritualmente porque el pecado ha sido aplastado por la gracia de Cristo,
porque ahora tenemos perdón, somos libres de condenación y de la maldición. Cuando los hijos de Dios son víctimas de alguna situación que causa mal al cuerpo, será porque Dios lo permite, pero sea lo que fuere, seguramente tendrá un bien mayor y abonará para los propósitos divinos, porque incluso, cuando Dios permite la muerte, se cumplen sus planes, porque el que cree en Cristo volverá a vivir, y esta vez de manera gloriosa.
Hay muchos fieles que vivieron poco tiempo, lo cual no significa que Dios no haya sido bueno con ellos, simplemente Dios quiso llamarlos inmediatamente a su presencia, Dios tuvo planes especiales con ellos, lo cual fue bueno, aunque la separación por la muerte cause dolor, pero esto es mejor a que se pierdan eternamente.
Esto tampoco le quita valor a la promesa de años, porque el depender de Dios y obedecer, nos hace valorar más la vida y aprendemos a vivir conforme a las normas de Dios y eso sí nos conserva y nos mejora la calidad de vida. Un ejemplo, el que confía en Dios no se afana, y el que obedece a Dios será más saludable, porque los drogadictos desmejoran su calidad de vida, los alcohólicos, o los que ponen a riesgo cada día sus vidas por la maldad. Así que, no hay una mejor forma de conservar la cantidad y calidad de la vida, que viviendo para la gloria de Dios, porque además, es lo que nos permitirá disfrutar la salvación.