No temamos a ninguna dificultad, y acudamos siempre a Dios buscando su bondad, ya que nos ama tanto que nunca seremos rechazados.
El amor de Dios nos es suficiente para superar todas las dificultades, nada es tan fuerte como su amor, por eso ante cualquier cosas que se oponga al propósito de Dios en cuanto a nuestra salvación, siempre triunfará la decisión de Dios de amarnos, por esto es que ni siquiera el pecado logrará quitarnos lo que Dios ya nos ha dado, y es este amor el que nos impulsa para amarlo con todo nuestro ser, tal y como nos lo pide que lo amemos.
El resultado del amor de Dios es nuestra salvación, el proceso de restauración y de transformación, por eso es que las dificultades nos ayudan a bien, porque absolutamente todo Dios lo usa para completar su obra en nuestras vidas. Aunque nos toque perder algunas cosas, ganaremos por el amor de Dios mucho más, porque nada nos hará sentirnos tan mal hasta perdernos en la amargura o en la tristeza si somos sustentados por el amor divino.
Nada del cielo, de la tierra, ni del infierno pueden contra la decisión de Dios de amarnos eternamente. Satanás quien es el acusador, delante de Dios nos señala por nuestros errores, pero a la vez, ante esta acusación Cristo nos defiende, es nuestro abogado en la presencia de Dios, por eso es que somos perdonados para siempre, el amor de Dios nos liberó del pecado y nos liberará eternamente. Así que, con el amor de Dios siempre estaremos bien.