
La reconciliación que Cristo logró entre Dios y nosotros se manifiesta con el favor de divino para ayudarnos a superar las adversidades, para hacernos prosperar pese a cualquier tribulación, pero también nos hace vivir la felicidad de la vida, si se entiende que la felicidad del ser humano es estar bien con Dios y sentirse favorecido por él en todo.
Cristo es el autor de la paz, porque con su sacrificio en la cruz del calvario estableció la paz entre Dios y nosotros, ya que por su obra somos perdonados, por lo que ya no somos rechazados por Dios, si no favorecidos por su presencia. Al recibir la paz como favor de Dios nuestra vida puede deleitarse, porque esa paz de sentirnos perdonados es sólo un don celestial, es la obra de Cristo que nadie más pudo lograr para nosotros.
Este es el tipo de paz que puede darnos estabilidad en las adversidades, porque la confianza está puesta en Dios quien nos respalda y quien tiene el control de todas las circunstancias. Esta paz no nos dejará sobre preocuparnos, ni permitirá que perdamos la esperanza, porque estamos amparados en las promesas de Dios, y por eso siempre la paz de Cristo nos ayudará a esperar con paciencia cual sea la intervención de Dios en nuestras adversidades.
La paz de Cristo en nuestras vidas no es solo un ideal o la búsqueda sin fin de algo que está muy lejos de alcanzarse. Esta paz es la manifestación de Dios en nuestras vidas, en donde, por su gracia divina nos hace sentir y vivir seguros de que Dios ya no tiene nada contra nosotros, ya no está contra nosotros, sino por nosotros, lo cual es la verdadera prosperidad del cristiano, ya que lo más importante en la vida, es la manifestación de la gracia de Dios con el perdón y con la salvación para nuestra vida.