Para nosotros son los tesoros del cielo

Las bendiciones de Dios son muestra de su amor y de su fidelidad, por eso siempre debemos voltear a él en todos los ámbitos de nuestra vida, en todo lo que hacemos debemos buscar sus bendiciones, ya que nos promete prosperar y hacernos partícipes de todas ellas.

“No es inadecuado añorar ser exitosos en la vida, porque Dios siempre anhela que seamos productivos, por eso es que debemos confiar y aceptar sus promesas, como la oportunidad que tenemos para que nos vaya bien.”

El que realmente confía en Dios, porque sabe quién es él, considerará que toda la gloria de nuestros logros será para Dios, y que sólo a él se le debe servir, amar y obedecer. Porque no se trata de buscar a Dios sólo por sus favores, sino porque es el Señor Soberano a quien todas sus criaturas y sus redimidos debemos adorar con todo el corazón.

Dios mismo ha declarado que el que lo busca en oración para sacar provecho y todo para sus propias pasiones no recibirá nada, pero aquel que se apasiona en él, Dios también se complace con su vida, porque Dios nunca dejará sin honra a quien con humildad se acerca, para agradecer, para reconocer y para implorar su favor con una actitud de siervo. Esto de implorar no es humillante, más bien es una actitud de reconocimiento del señorío de Dios, es reverencia ante el que todo lo puede, y de quien es el bien y la misericordia.

Es así como Dios abre las ventanas de los cielos para que sus bendiciones en todo lo concerniente a nuestras necesidades sean abundantes. Dios suple cada cosa que nuestra vida necesita, algunas veces nos sorprende maravillosamente, porque a través de la escasez, nos prepara para la abundancia, y a través de nuestra angustia nos conduce a lugares espaciosos. Dios siempre nos dará lo mejor del cielo, cuando le reconocemos como el dueño de nuestra existencia y como nuestro sustento.

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