La presencia de Dios actuando en nuestras vidas y en nuestro favor es lo que necesitamos para estar bien y para que en todo lo que hagamos podamos triunfar, entiéndase como triunfo el que se cumplan los planes y propósitos que Dios ha determinado para nuestras vidas.
“Las bendiciones y buenos propósitos de Dios para nuestra vidas pueden verse interrumpidos por nuestra incredulidad o desprecio hacia Dios, porque aunque muchos digan que no desprecian a Dios, realmente lo hacen por su forma de vivir contraria la voluntad divina.”
Dios nos ofrece su presencia en todo momento, nunca el Señor dejará a sus hijos, y mucho menos cuando pasan por tiempos difíciles.
La oración es fundamental para clamar por su presencia, pero también es el recurso más importante para pedir en la presencia e Dios todo lo que nos haga falta, es el medio oportuno para platicar con Dios aun por nuestros sentimientos y deseo más profundos, ya que nuestra vida en todos sus aspectos necesita el trato de Dios. Hay situaciones en donde nadie más que Dios puede ayudarnos, lo cual es fundamental para nuestro éxito en lo que somos y hacemos.
La presencia de Dios nos garantiza perseverancia en todo tiempo, nunca debemos ser arrogantes para vivir en esta vida pensando que somos suficientes, o que todo lo que poseemos o hacemos es el resultado de lo grandioso que somos. Todo lo que nos ha sido posible en la vida ha sido por la misericordia de Dios, y si aún muchos incrédulos han sido bendecidos por Dios, es porque él ha querido que a través de ello le conozca, pero si no lo hacen al final sufrirán pérdidas.
Por todo esto, debemos rendirle toda la adoración a Dios, por nuestros logros, y aun en nuestros momentos difíciles, de la misma manera debemos honrarlo, porque nuestra fe en él nos hace creer que grandes cosas está haciendo en nuestras vidas, y que todo lo que vivimos lo permite porque el sabe lo que hace y lo que realmente es conveniente para nuestras vidas.
Confiar en la presencia de Dios que nos guía, nos ayuda a soportar los tiempos difíciles, nos brinda descanso, fortaleza y nos lleva a cumplir las metas y propósitos que él mismo ha trazado para nuestras vidas y con nuestras vidas. Debemos aceptar que caminar con Dios implica oír su voz y obedecerla en todo momento, entonces así hará prosperar nuestro camino y todo nos saldrá bien.