Orando y adorando siempre estaremos bien

La adoración y la oración son esenciales en nuestras vidas, porque de lo contrario no hay clamor ni agradeciendo a Dio y eso nos hará vivir pobres y en miseria bajo el poder de la angustia y siempre derrotados ante ella.

Tanto los creyentes como los incrédulos padecemos dificultades,

la diferencia es cómo nos sentimos ante ellas y cómo las afrontamos. Para los hijos de Dios las aflicciones no nos roban el gozo y la esperanza de que en algún momento todo pasará y que nuestra vida mejorará, pero aún más, tenemos la certeza que en esa situación Dios está completando su obra en nuestras vidas y todo será para que estemos preparados para nuestro encuentro glorioso con él.

Ante este tiempo de pruebas de nuestra  fe, debemos ejercitarla orando, porque con la fe vencemos las aflicciones y con las aflicciones nuestra fe es aumentada. Es así como debemos orar para afrontar toda adversidad con la ayuda de Dios, y también debemos adorar a Dios en nuestros tiempos de alegría. No significa que en la adversidad estemos apagados, sin agradecer, más bien, lo que Dios nos pide es que ese tiempo sea para la ferviente oración, y que cuando Dios responda en nuestra aflicción, le agradezcamos con alabanza del corazón.

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