Cuando somos humildes ante Dios él nos reviste de su gracia y poder

Al actuar en humildad somos tratados con la gracia divina  en todas nuestras necesidades y debilidades, es así cómo podemos superar todas aquellas cosas que enfrentamos y que solos jamás podríamos superar, y  es difícil enfrentar las obras del maligno con nuestra propia fuerza y salir en victoria.

“Dios nos exalta ante las adversidades, porque él actúa en nuestra fuerza y poder, además, que un día también, nos exaltará gloriosamente para nunca más ser afectados por el mal, en cambio, los orgullosos serán humillados aquí y en la vida venidera.”

Debemos actuar con humildad ante Dios,

porque él es el dueño del mundo, también es nuestro redentor y es por quien podemos vivir; todos los poderes del mal están bajo el poder de Dios, y por su presencia podemos estar bien al ser guardados divinamente.

Todo lo que Dios hace es llevar a cabo su plan de salvación, por eso al estar sujetos de manera obediente quedamos bajo su amparo y nuestra vida es conducida a la salvación. Cuando vivimos de manera soberbia quedamos bajo el poder del mal, porque el actuar así es revelarnos contra Dios, cosas que el maligno quiere, ya que de ese modo estaríamos totalmente condenados a la perdición eterna, tal y a como él está en este momento.

Ser humildes ante Dios es reconocer que necesitamos de él, que nosotros solos nos perdemos; no podemos encontrar el verdadero propósito y valor de la vida, de tal manera, que quedamos bajo los propósitos destructivos de satanás, es por eso, que el maligno usa cada oportunidad para tentarnos, de tal manera, que actuemos rebeldes y altivos contra Dios. Satanás busca que nos sintamos suficientes, porque sabe que de esa manera estaremos perdidos, porque aquí no podemos estar solos y mucho menos podemos salvarnos por nuestros propios medios.

Cuando actuamos en humildad ante la presencia de Dios, cuando aprendemos a buscar a Dios en nuestras necesidades, es cuando somos exaltados por Dios, porque nos ayuda en lo que necesitamos, a la vez, que nos fortalece, ya que los humildes también reconocen sus debilidades y flaquezas, a esos es a los que Dios exalta para vencer al maligno y toda adversidad difícil. Hoy podemos superar cualquier mal al que nos enfrentemos cuando dependemos de la fuerza de Dios y cuando abrimos nuestro corazón para ser llenos de él.

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