Nuestra vida es pasajera pero en las manos del Eterno está bien

Hoy podemos estar muy vivos y radiantes, pero ante el paso de los años o el golpe de la aflicción podemos perecer en cualquier momento, por ello debemos poner nuestra fe en el que vive eternamente, en el que murió, pero volvió a vivir, su nombre, es Cristo Jesús. Cristo vino al mundo para darnos vida eterna.

“Aunque la vida física tiene término, para Dios es muy importante porque la sustenta y la cuida, el anhelo de Dios es que vivamos contentos con nuestro cuerpo, que le adoremos y que disfrutemos de él. Por esta razón, debemos encomendarnos a la misericordia de Dios y a buscar ahí las bondades que hoy necesitamos.”

Qué pasajera es nuestra vida y sin Dios aquí ni siquiera se disfruta, mucho menos trasciende a la gloria, pues acabará olvidada el en lago de fuego. Hoy podemos escuchar de tanta mortandad, porque así es la vida tan fácil de apagarse. Dios es nuestra salvación, él hace que nuestra vida aquí sea deleitosa, pese a sus tiempos de angustia, porque él nos llena de gozo, de la paz y nos da la esperanza eterna. Jesús mismo habló de la vida eterna, cuando dijo; “Yo soy la resurrección y la vida; el que en mí cree aunque muera, volverá a vivir.”

Ciertamente nuestra vida es transitoria, es decir, pasa rápido, pero la misericordia de Dios hace que le encontremos sentido vivir el tiempo que nos toque, ya sean pocos o muchos años, ya que Dios nos da el derecho de ser sus hijos a través de Cristo, y esto es lo más disfrutable y esperanzador. En Cristo hay eternidad, su gloria nos es compartida si creemos con la fe.

Así como Cristo está hoy a lado del Padre celestial un día también estaremos. Pongamos nuestras vidas en las manos de Dios, y sí a pesar de lo pasajera que es, y a pesar del mal que hoy vivimos será disfrutable y muy bendecidas con bendiciones celestiales y eternas.

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