Cuando aceptamos que necesitamos a Dios recibimos el cielo como reino

La gloria de Dios y el reino de los cielos se manifiestan en la vida de quienes no tienen nada de qué sentirse orgullosos, en los que reconocen que tienen todo para estar condenados y perdidos, pero que, apelando por los méritos de Cristo se acercan a Dios clamando por el exilio divino.

Reconocer nuestra pobreza de espíritu nos hace buscar a Dios con perseverancia para ser llenos de él, y nos hace recibir la Palabra de Dios con humildad, para que nuestra vida se sujete a ella en obediencia, sólo de esta manera podemos ser exaltados por Dios y recibidos en su reino. Esta actitud es por la misma gracia de Dios, porque sólo el Espíritu Santo es quien nos convence para tomar tal actitud ante Dios

La pobreza de espíritu no es pobreza espiritual, más bien se refiere a quienes reconocen la necesidad de Dios en sus vidas, son los que no esperan nada de ellos, si no de Dios, los que buscan el perdón de Dios por que reconocen que necesitan su gracia, saben que no son suficientes ni con sus mejores cualidades y que su obras tampoco les alcanzan para salvarse por su propia cuenta. Estos son enriquecidos con las riquezas del cielo, el cielo tiene por reino.

Dios resiste a los orgullosos, los que se rebelan contra él, aquellos que dicen que tienen todo y que de ninguna cosa tienen necesidad, ellos no saben que son pobres y miserables, ya que el pecado y satanás los ha cegado para que no miren la gracia y la misericordia de Dios, cosa que necesitan para la salvación, lo que es necesario para tener parte en el reino de Dios.

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