
No tengamos miedo por los actuales acontecimientos, mejor alegrémonos en Dios, confiemos que nos hará mucho bien en medio de los malos tiempos.
A pesar de todo, no perdemos la esperanza, confiamos en las bondades de Dios,
las cuales aún en medio de los tiempos más difíciles que hemos vivido nunca nos han dejado de llegar. Por su puesto que, es siempre nuestro deber procurar que nuestro corazón no le sea indiferente, que estemos siempre atentos a su llamado al arrepentimiento y a la consagración.
El esperar en Dios hará que nuestros días más difíciles sean livianos, porque traerá alegría a nuestra vida la certeza de que Dios actuará de manera maravillosa para bendecir a su pueblo en medio de los malos tiempos, ya que él es experto en hacer de las tormentas, tiempos de calma, de la escasez, abundancia y en el dolor su consuelo sobrepasa cualquier dolor. Que Dios nos ayude a no tener tristezas, sino alegrías en las actual pruebas.
Si le creemos a Dios estas palabras, debemos glorificar su nombre, debe fluir de nuestra vida gratitud, debemos disponer nuestro corazón para la alabanza, lo cual debe ser con alegría y siempre renovados por el Espíritu Santo, ya que actuar en el Espíritu en estos tiempos es lo que Dios quiere que tengamos como prioridad, y no actuar en la carne amargados, decepcionados, y mucho menos en murmuraciones contra Dios por las circunstancias negativas, porque con todo Dios hará grandes cosas.