“Mujer, he ahí tu hijo. He ahí tu madre” (Palabras de Provisión)
“Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena. Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.” Juan 19:25-27 RVR1960
Durante todo su ministerio, Jesús recorría las grandes y pequeñas ciudades, llevando palabras de amor y esperanza, sanando a los enfermos y resucitando a los muertos. Cuando fue necesario proveer de ropa y comida también lo hizo. Estando colgado en la cruz no fue la excepción; reconoció a la mujer que fue instrumento de su Padre Dios para la encarnación en este mundo, no podía irse sin dejarla al cuidado de un hombre amoroso.
Jesús mostrando su corazón humano, deja ver que de entre todos sus discípulos había un hombre de corazón muy noble con el que se había identificado de manera especial, por eso lo deja al cuidado con la que había sido su madre. Jesús el humano; provee cuidado para su discípulo amado y para su madre.
Desde la cruz, Jesús garantizó toda la provisión del Padre, provisión que hoy recordamos cuando el apóstol Pablo nos enseña: El que no escatimó ni a su propio hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con Él todas las cosas? Romanos 8:32
Dios siempre tiene cuidado de nosotros, por eso debemos aceptar su provisión en Jesús, porque él mismo vino como la provisión del Padre para darnos todo lo necesario, aceptemos el reino de Dios primeramente y con ello recibiremos todo lo demás que necesitamos.