
La vida está con nosotros, porque Cristo es nuestra vida, y su presencia hace que vivamos eternamente. Aún nos falta vencer la muerte en nuestra propia experiencia, pero lo lograremos porque el que creer en Cristo no morirá eternamente.
“El Señor destruirá para siempre la muerte, secará las lágrimas de los ojos de todos y hará desaparecer en toda la tierra la deshonra de su pueblo. El Señor lo ha dicho.” Isaías 25:8 DHH
Dios siempre prometió vida a su pueblo, les mostró la verdad que deben vivir y que la vida será para ellos larga y deleitosa, por eso es que también sus generaciones gozarían de esta promesa. Sin embargo, también la ley exigía obediencia, y sentenciaba la muerte como castigo. A pesar de la desobediencia del pueblo, Dios en su gracia siempre guardo a un remanente, porque los cubrió con su amor, esto es honra para la familia y para el pueblo.Hoy podemos recordar esta verdad bíblica, ya que en el caso de nosotros y también de nuestros antepasados, nuestra vida depende de Cristo, pues él tuvo que morir para que por su obra nos conceda la salvación.Pero además, para estos tiempos difíciles tenemos el consuelo de Dios por Cristo, pues él mismo con el Padre nos enviaron al Consolador, para que podamos soportar las dificultades, esperando la promesa, que un día ya no tendremos porqué sufrir, ya que el mal y la muerte serán destruidos para siempre.Nuestra confianza de que perseveraremos hasta el final en medio de los tiempos difíciles está en Cristo, ya que por él y en él somos provistos de todo lo necesario hasta alcanzar las promesas futuras. Estamos seguros de nuestro gozo supremos, porque la muerte ya no nos volverá a causar ningún daño.