Hoy tenemos que orar con urgencia y perseverancia, de lo contrario podemos ser sorprendidos por el malignos, quien aprovecha cualquier ocasión para ponernos contra Dios. Hoy ante tanto peligro y necesidad, satanás está buscando que no confiemos en Dios y que nos decepcionemos de él por el mal que estamos enfrentando.
La oración es la expresión principal de la fe, pues siempre ésta va acompañada de nuestra confesión de que Cristo es nuestro mediador, ya que toda oración debe ser hecha en el nombre de Cristo. Nuestra nueva vida en Cristo es caracterizada por nuestra dependencia en Dios, lo cual se manifiesta en el ejercicio de la oración. Claro está hay otras cosas, pero el clamor a Dios es fundamental en nuestra comunión con él.
La actitud para orar es la humildad y la confianza, por eso toda oración debe ser hecha con acciones de gracias en el reconocimiento que todo lo bueno procede de Dios, que él es el Señor y dueño de todo. En confianza, con la certeza de que todo lo que Dios disponga en su santa voluntad es bueno para nosotros, aunque nuestra plegaria no sea respondida tal y a como la hicimos.
Mediante la oración podemos tener la satisfacción divina de todas nuestras necesidades materiales y espirituales. Jesús nos enseñó a pedir por el pan de todos los días, a clamar para ser guardados del mal y de las tentaciones, y con su ejemplo nos hizo saber que es necesario buscar la fortaleza divina en tiempos difíciles.