Vivamos como hijos de Dios y no como hijos del mal

Dios es el que nos ayuda a vivir para su gloria, por eso debemos obedecer la guía de vida que nos da, ya que eso nos hará andar en el camino correcto de la vida, pero también por su gracia nos dará el querer como el hacer.

En la nueva vida con Cristo nuestro deseo y anhelo debe ser hacer lo bueno, lo que es grato ante los ojos de Dios, aquello que por su puesto también hace bien a nuestro semejante. Las obras son las que nos hacen ver de quiénes somos; los hijos de Dios hacen las obras que son buenas, y los hijos de satanás las obras malas. Si hemos nacido de nuevo en Cristo debemos renunciar a la vida antigua.  El llamado de Dios es vivir de acuerdo a su criterio de vida y no como el mundo nos motiva a vivir. Esto es lo que nos debe llevar a una consagración total a Dios y a la diligencia para cultivar nuestra comunión con Dios, porque ciertamente no estamos libres de errores, pero en lo general debemos disponer nuestro corazón para obedecer los mandamientos de Dios, lo cual debe ser siempre la norma de nuestra vida.

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