Dios consuela a su pueblo en los tiempos de pruebas, porque nos es necesario en nuestra vida, de esta manera podemos sentir el amor de Dios y el interés que tiene para que estemos bien a pesar de las tribulaciones.
Es así cómo podemos saber que nada de lo que sucede está fuera de los panes de Dios, porque al final no solos seremos beneficiados nosotros, sino que también podemos consolar a otros para que crean y sean salvos, y también a los que creen para que perseveren en Cristo.El costo para que uno pueda ser salvo, costó el dolor y la vida de Cristo, por lo cual, nosotros también debemos estar dispuestos a padecer para que podamos crecer cristianamente. Por lo tanto, no debemos desanimarnos en los tiempos de pruebas, ya que nunca nos faltará la presencia del fiel consolador y santificador, a fin de que la madurez y la confianza en Dios se logre tal y a como él espera ver en nuestra vida.De esta manera, podemos ayudar a otros que necesitan conocer cómo Dios opera en nuestra vida en los tiempos de angustias. Nuestras heridas nunca son en vano, porque al tener la experiencia de la intervención de Dios para curarnos y vendarnos, nos ayudará para animar a todos los que Dios nos permita bendecir, al manifestarles, que Dios nunca deja a su pueblo con las heridas abiertas.No hay mejor cosa que compartir con otros la medicina que nos curó, y consolar a los que sufren con el mismo consuelo que fuimos consolados en nuestros tiempos más difíciles.