La presencia de Dios en nuestra vida es tal, que en lugar de murmurar contra él cuando pasamos adversidades, debemos reconocerlo como lo más importante en nuestra vida, y por lo mismo, es así como somos rodeados por su gloria que nos protege.
«Aunque parece que estamos totalmente expuestos al mal y que todos los peligros nos controlan, esto no es así, porque nada nos acontece a menos que Dios lo permita.»
Ante esto, tal vez alguien pregunte ¿Y, entonces, por qué los hijos de Dios padecen? Padecemos porque esa es la voluntad de Dios, pero es bueno esto, porque el mal no podrá lograr sus propósitos de separarnos de Dios, sino todo lo contrario, cada día estamos más cerca de Dios y más fortalecidos, porque incluso, si Dios permite nuestra muerte estaremos con él.Esto nos es fácil de entender para quien tiene este mundo y su cuerpo como el mayor tesoro. En la vida de un creyente, la presencia de Dios le da la paz para poder estar firme ante todas las tempestades, la fortaleza para enfrentar la adversidad, y el don de la salvación nos provee el gozo para disfrutar vivir aquí pese a los tiempos difíciles.Que ninguna tribulación nos gane el valor hasta hacernos desmayar, porque Dios no solamente está a nuestro lado, él nos rodea cuál escudo impenetrable, controla el mal y todo lo encamina para sus propósitos eternos. Dios siempre cuida que sus hijos estén en condiciones seguras y cuando permite la prueba nos anima para soportar, y con la prueba nos vivifica para vivir mejor su reino en el presente y en el futuro.