Sin Dios nos quedamos sin aliento de vida

Dios no nos deja morir, él nos rescata del peligro, pero también nos orienta para que no tomemos la senda equivocada. Ciertamente la vara y el cayado de Dios nuestro pastor, son símbolos de protección y dirección, es la manifestación de que con Dios estaremos bien si aceptamos nuestra fragilidad y debilidad como una oveja.

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” Salmos 23:4 RVR1960

La asistencia de Dios en la travesía de esta vida es necesaria, pues hay fangos, piedras y hasta espinas en las que algunas veces nos enredamos por nuestro descuido. Es Dios el que nos motiva para no quedarnos agotados durante la vida, es Dios el que nos rescata cuando nos salimos de la senda, cuando por vagabundos nos extraviamos por el camino en donde terminamos heridos por el maligno.

Hoy debemos prestarle atención a nuestro Dios quien nos trata con amor y cuidado como el pastor cuida a su rebaño. Así como el pastor tiene una vara para defender a su rebaño de las fieras del campo, y un cayado para guiar a su rebaño o para desenredar a una oveja que se traba en las espinas y para sacar del hoyo a algún corderito. Dios es para nosotros seguridad, alivio y vida en el trayecto de esta vida aquí en la tierra.

En verdad necesitamos a Dios, y él sabe que con urgencia debemos confiarle nuestra vida, por eso nos está llamando a través de su palabra y mediante los acontecimientos cotidianos, porque en todos ellos la fortalece, protección, y provisión de Dios nos es necesaria. Debemos dejar a un lado la arrogancia y la altivez, y debemos aceptar que así como una oveja es débil e incapaz de guiarse sola, también nosotros no podemos salir adelante si Dios no va por delante.

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