En las angustias conocemos más el poder de Dios

El poder de Dios nos basta cuando se acaban nuestras fuerzas, el límite de nuestras posibilidades da paso a la gracia de Dios con la que somos sostenidos, restaurados, santificados y con la que nuestra fe aumenta para perseverar  en las adversidades.

“Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en insultos, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” 2 Corintios 12:10 RVR1960

Somos grandemente favorecidos con el poder y con la gracia de Dios cuando con gozo aceptamos los padecimientos de Cristo y por Cristo, los cuales son la voluntad de Dios para nuestra firmeza en él y para que demos testimonio de su nombre como el salvador del mundo.

Ningún padecimiento debe desanimarnos, por el contrario contrario, deben ser la ocasión para buscar la ayuda de Dios y recibir el aliento con lo que seremos mejores, puesto que creceremos y nuestros frutos serán más abundantes. En cada circunstancia adversa hay que aferrarse más a Cristo y sus promesas, lo cual nos dará firmeza y el gozo de la salvación.

Nunca los padecimientos por la causa del evangelio serán en vano, porque es precisamente Cristo el que nos fortalecerá para que a través de su poder seamos victoriosos, es así como cada día vamos experimentando la manifestación  de nuestro salvador en nuestra vida, pero además recibimos la gracia restauradora. Así que cuando sufrimos por Cristo, tenemos la oportunidad de hacernos fuertes.

Todos necesitamos conocer el poder sin límite de Dios, por eso en lugar de darnos por vencidos cuando padecemos, o en lugar de murmurar contra Dios, debemos acudir a Cristo. Aceptar nuestra incapacidad ante las dificultades para buscar la fuerza de Cristo es lo que Dios espera, esto no es derrota, más bien es el sendero que nos lleva al triunfo sobre el mal.

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