Cristo nos da la paz con la que podemos vencer las aflicciones

En el ejercicio diario de nuestra fe en Cristo a pesar de las tormentas difíciles de soportar en esta vida tendremos claridad y esperanza sobre nuestra salvación, porque con la paz de Cristo podemos estar firmes aun cuando los vientos de dificultades sean muy fuertes. Con la paz de Cristo nuestra mente y corazón pueden estar bien; no seremos confundidos, ni nos dominará el miedo que paraliza la vida activa de fe.

“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” Juan 14:27 RVR1960

Cuando se está viviendo en momentos difíciles y cuando se avecinan tribulaciones, no hay mejor cosas que recibir el consuelo de Dios, de hecho, a través del Espíritu Santo hoy somos consolados, no solamente con la presencia espiritual de Cristo, sino también con sus promesas, las cuales nos alientan hoy, y nos dan seguridad, pero además, nos aseguran mejores cosas futuras y celestiales.

Jesús le dió a sus discípulos la paz como herencia en un momento crucial de sus vidas, cuando tenían que enfrentar la muerte de su maestro y cuando ellos mismos serían probados, porque no solamente los enemigos de Jesús mirarían al maestro colgado en el madero, sino que también, los asesinos de Jesús, vigilarían de cerca a sus discípulos para ver si replicaban las palabras aprendidas, y así también castigarlos con la muerte. La paz que fue traída del cielo haría que los discípulos no perdieran la fe aun en los tiempos más difíciles de su vida.

Hoy nosotros podemos superar todas las adversidades con la paz de Cristo, porque su paz es él mismo en nosotros y con nosotros. Esta paz supera todas las angustias y los miedos, además, no puede ser quitada por nada que sea contrario a los hijos de Dios y a sus propósitos en nuestra vida. La paz es el evangelio, es la obra y la persona de Cristo actuando activamente en nuestra vida diaria, por lo cual, cuando vivimos con la paz de Cristo estaremos bien aun en la peores tempestades.

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