Dios protege todo el tiempo a sus hijos, los guarda del ataque del maligno, sin embargo, cuando experimentamos algo negativo y muy doloroso en nuestra vida no debemos pensar que la seguridad de Dios fracasó, o que Dios es infiel, más bien esperemos los bienes espirituales que Dios nos dará al permitir la prueba de nuestra fe.
«Siempre debemos confiar en Dios, porque constantemente estamos en peligros y siendo desafiados por el poder del maligno. Por esto necesitamos tener una íntima comunión con Dios, porque la relación con Dios nos asegura protección para ser librados del mal o para recibir la fortaleza para cuando Dios disponga que tengamos que enfrentar en carne propia la aflicción.»
Dios sabe lo que hace cuando nos libra de enfrentar una tribulación o cuando permite que estemos en medio de ella, pero en ambos casos nos da lo necesario, para que satanás no cumpla sus planes destructivos, en cambio, la obra divina se completa. Confiemos que estando en las manos de Dios siempre estaremos seguros, que el miedo no tome el control de nuestras vidas para que no perdamos el ánimo y el gozo del Señor. Aunque el peligro se vea enorme, Dios que nos protege es más grande y siempre está al control de todo.La preocupación excesiva por la presencia del mal y por el peligro, es la manifestación de nuestra desconfianza en Dios y de no sentir su presencia en nuestras vidas. Ocuparnos para que en lo cotidiano estemos bien demanda no solo decir que confiamos en Dios, sino que en verdad, dejemos la seguridad de nuestras vidas en las manos de él. Cuando caemos en las trampas del maligno y en sus mentiras, en los tiempos de peligro nos sentiremos solos, porque él nos hará pensar, sentir y creer que Dios no está a nuestro lado y buscaremos refugio en donde en realidad nuestra protección no es segura, porque fuera de Dios no hay ni fiel y ni segura protección. Pongamos nuestra confianza en Dios y siempre estaremos seguros.