
Cuando somos fortalecidos por Dios para resistir ante el poder del mal, esto tiene que ver con ser fortalecidos en fe, amor, en toda buena obra y palabra, pues al ser guardados de pecar, nuestra vida cristiana está sólida y con la fe en Cristo activa, así el diablo de nosotros huye.
«Dios nos guarda ante la opresión del maligno, hace que nuestra vida y que nuestra convicción estén firmes en Cristo, para que establecidos en Dios podamos siempre soportar los ataques despiadados de satanás, pues él no descansa en la búsqueda de afectar al pueblo de Dios.»
Si en verdad aceptamos que el poder del mal es real, también debemos saber, que es un poder vencido por Cristo, y que sólo por Cristo podemos resistir con perseverancia. Es así como nuestra vida sólo puede estar afirmada en nuestro Salvador para no caer en el propósito destructor del mal.
La mejor manera de prevenir los ataques de satanás es manteniendo una vida de oración, escudriñando las escrituras, y siempre teniendo una vida activa en la adoración y servicio a Dios. Cuando un creyente espera vencer el mal sin mantener una vida devocional está equivocado, porque es ante la debilidad espiritual que satanás actúa con facilidad para destruir.
Dios siempre manifiesta su fidelidad en la vida de sus hijos cuando estos son tentados y probados, ya que sus promesas se cumplen en ese momento; promesas de protección, de victoria y de provisión para que la obra del diablo no se establezca, más bien sea derribada y desecha. Actuemos con total confianza y diligencia cristiana, así la obra de Dios será completada en nuestra vida, y todo propósito maligno será cancelado.