Un día terminará el sufrimiento

Enfrentemos los sufrimientos en esta vida con la fortaleza de Dios, pero también con la esperanza de que un día terminarán las penas de nuestro ser. Cuando Dios perfeccione nuestras vidas, cuando Cristo venga en su gloria por nosotros y cuando nos levantemos de entre los muertos jamás volveremos a sufrir, porque seremos gloriosos, perfectos e inmortales y libres de dolor.

“Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.” Apocalipsis 21:3-4 RVR1960

Tengamos siempre presente nuestra eterna felicidad que es el fin de nuestra resurrección; tal excelente y eterna gloria que nos espera, es tan preciosísima, de tal manera, que lo que el lenguaje humano puede explicar, es apenas insignificante de lo que merece decirse.

Porque aunque escuchemos, que el reino de los cielos está lleno de gozo, felicidad y gloria, no obstante todas estas cosas están muy alejadas de nuestro entendimiento y se nos presentan a través de figuras hasta que venga el día en que Cristo se nos manifestará en su gloria, para que cara a cara lo contemplemos.

“Ahora”, dice la Biblia, somos hijos de Dios, y aun no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.” (1 Juan 3:2). Por lo tanto, si Dios, como fuente que nunca se agota, contiene en si la plenitud de todos los bienes, nada fuera de él debemos esperar, y por lo mismo debemos esforzarnos en alcanzar el sumo bien en toda su plenitud y la perfección de nuestra vida.

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