Dios interviene decisivamente para librarnos de las obras de satanás, ya que el maligno busca separarnos de Dios, por eso es por lo que Dios siempre está interesado en convencer nuestro corazón de que la comunión con él es indispensable para que estemos bien.
“Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.” 2 Timoteo 4:18 RVR1960
Satanás en su naturaleza y propósito ha determinado nuestra destrucción y muerte, pero estamos seguro de que no podrá, Dios no lo permitirá, él nos protegerá hasta el día de Cristo.
Nada nos puede separar del amor de Dios en Cristo, siempre estamos disfrutando su amor, pues en las tribulaciones con tierno amor nos consuela, y ante nuestros errores nos espera con los brazos abiertos para perdonarnos y recibirnos como legítimos hijos. Hoy no debemos temer a nada, porque es Cristo quien precisamente ha venido a destruir la obra de satanás.
Debemos ser muy responsables de nuestra fe, porque si no crecemos el maligno logrará desanimarnos, nos hará estar sin frutos y disipará de nuestros corazones el reino de Cristo, es decir, nos hará rebeldes ante Dios y negligentes en la vida como hijos del reino que sirven en el mundo.
Anhelemos y responsabilicémonos, de tal manera, que con todos los medios de gracias que Dios nos ha dado, vayamos perseverando hasta encontrarnos con Cristo en su retorno glorioso a la tierra. Y en todo, debemos reconocer, que nuestra victoria y perseverancia es solo por Cristo, y que, por lo tanto, para él es el honor y la gloria.