Vivir en este mundo caído y también con residuos del mal en el corazón nos agobia, nos hace sentirnos agitados y cargados. De esta manera el cansancio espiritual es frecuente en nuestra vida, por eso necesitamos un descanso espiritual.
«Si caemos, Dios nos levanta, y si nos toca cargar mucho peso, él lo quita o lo regula para que podamos cargar, y si se trata del pecado nos perdona, por eso es por lo que tenemos que aprender a descansar en él.»
Dios siempre se ofrece para ayudarnos, él busca que estemos libres espiritualmente de todo peso y del pecado, para que caminemos sin menos cansancio; es así como Dios nos proveyó a Cristo para que él llevara sobre sus hombros todo el peso de nuestros pecados, por eso, sólo en él tenemos reposo para nuestra alma.
Dios permite situaciones difíciles en nuestra vida cotidiana para que aprendamos a buscarlo y a confiar en él, para que no caminemos solos, sino que nos acompaña y nos ayuda en todas nuestras necesidades e incapacidades. Claro está, nosotros no podemos vivir solos e independientes de Dios, sin su ayuda y su presencia nos podemos avanzar muy lejos, pues terminamos aplastados por nuestras cargas.
Algunas veces Dios nos quitará las cargas, otras veces él las llevará por nosotros, sin embargo, en muchas ocasiones nosotros cargaremos con ellas, pero nos sostendrá, él mismo será nuestro soporte para que podamos resistir.
Así que, que hay tiempos en los que Dios permite el sufrimiento, la adversidad y la tribulación para que en ese momento sintamos su presencia, porque él jamás dejará solos a sus hijos, mucho menos los dejará tirados por las cargas del pecado o por el cansancio de las pruebas.