Todos los beneficios de nuestra salvación son a través de Cristo, porque si por él nuestros pecados son perdonados, también sobre la base de su gracia, Dios a través del Espíritu Santo nos convence de ellos y nos lo señala, no para acusarnos, sino para atraernos a la gracia en la que recibimos el perdón y la restauración.
“No debemos tratar de esconder nuestro pecado delante de Dios, más bien debemos pedirle que nos aclare nuestra condición espiritual y que nos ayude a ver nuestra imperfección y pecaminosidad, para buscar también en él el perdón.”
Nuestra capacidad espiritual no es suficiente para que mirando a nuestro interior descubramos todos nuestros pecados y los confesemos, por eso necesitamos de Dios, para que perdone nuestros pecados de los cuales somos conscientes, pero también, de aquellos que se nos han olvidado y de los que están presentes en nuestro corazón sin saberlo.La palabra de Dios es fundamental en nuestra consagración a Dios, ya que su letra y el sentido de cada mensaje por el poder del Espíritu Santo confrontan nuestra vida pecaminosa y nos muestra a Cristo como la solución. En la palabra de Dios hallamos el consuelo y la esperanza sólo en Cristo, pero que, a la vez, nos advierte del pecado no confesado y por lo mismo no perdonado.Todo lo que es pecado afecta nuestra condición de vida, por eso es, que aun cuando los pecados sean muy ocultos en nuestro ser, las consecuencias de ellos se hacen presentes en nuestra vida, pero confiamos que cuando la gracia de Cristo es aplicada por el Espíritu Santo toda nuestra vida es vivificada y disfruta el gozo del perdón.