El Dios incomparable, creador del universo, siempre se nos ofrece, porque quiere ser nuestro Dios, quien se manifiesta como Padre al recibirnos como sus hijos. En este mundo de tanta necesidad y debido a nuestra condición humana se hace necesario este Dios que sobrepasa todo y que por lo mismo quiere relacionarse siempre con nosotros.
“Hoy podemos hacer nuestro a Dios dándole el principal lugar de nuestra vida, pero lo que es aún más, entregando a él nuestra vida, porque él tiene salvación y seguridad eterna.”
Dios está totalmente apartado del mal, no se involucra con el mal, más bien, él es la solución para el mal, ya que tiene sometido bajo su poder soberano a satanás y sus demonios. Pero, además, Dios es el que nos ha liberado del poder maligno a través de Cristo y también nos ha consagrado para su gloria. Dios hace nuestra vida grata delante de él y con ello nos permite disfrutar más de su comunión, lo cual es la bendición más grande en nuestra vida.
Fuera de Dios no hay otro como él, su grandeza y poder, su nombre santo y su amor por nosotros es incomparable, por eso es por lo que, en él podemos tener refugio seguro y todo el bienestar que nuestra vida necesita. A Dios debemos buscar con total confianza, porque ha dispuesto sus bondades para darnos lo necesario, pero también con obediencia debemos acercarnos, porque ha revelado sus mandamientos para vivificarnos con ello.
El único Dios poderoso es nuestro, porque se nos ha revelado, ha venido a nosotros, nos ha encontrado y se ha quedado permanentemente en nosotros y con nosotros. Pero, aun así, Dios siempre se nos ofrece para ayudarnos en todo, pero especialmente para que nuestra alma tenga todo lo que necesita espiritualmente, ya que fuera de Dios no hay salvación ni seguridad eterna para nuestra vida.