Orar es manifestación de nuestra perseverancia en Cristo

Usemos el recurso de la oración para agradecer y para buscar en Dios lo que nuestra vida necesita. La oración siempre ha de ser una respuesta a Dios, pues a través de su palabra nos dice quién es, lo que hace y sobre lo que quiere darnos.
“Cuando le creemos a Dios y creemos en él, la oración será algo característico de nosotros, pues sabremos ser agradecidos y, además, buscaremos correctamente en la fuente correcta que tiene todo lo que nuestra vida necesita para ser bienaventurada.”
La oración es la actividad propia de la fe de quien tiene una nueva vida, pues en su nueva naturaleza ha nacido unido a Dios, por eso al identificarnos con Dios aceptamos nuestros deberes, pero también recibimos las promesas. Es aquí cuando la oración juega un papel importante, ya que la fortaleza que necesitamos en el propósito de vivir consagrados, y la protección que necesitamos dependen de la búsqueda de la manifestación de Dios en nuestra vida. La oración es un medio especial para ser saciados espiritualmente, lo mucho que Dios nos ha ofrecido en Cristo lo recibimos cuando oramos en el nombre de Cristo.
Por un lado, se nos insiste a perseverar en la oración como un mandamiento que debemos obedecer necesariamente, porque, aunque orar es platicar con Dios, esta plática a quién beneficia es a nosotros, y es que en la oración pedimos y recibimos, buscamos y encontramos, y con ella podemos tocar la puerta de la misericordia de Dios, para no estar afuera en donde se vive en lloro y el crujir de dientes. Por otra parte, sólo es posible perseverar cuando vivimos una vida de oración, y no es por el solo acto en sí, sino porque toda oración genuina se hace con la fe en Cristo, y es Cristo quien precisamente hace posible nuestra perseverancia hasta el final.
Velar en la fe es estar siempre buscando la presencia de Dios para que no seamos sorprendidos por el mal, ya que satanás anda asechándonos con propósitos destructores. Resistir al maligno depende de la manifestación de Cristo en nuestra vida, lo cual implica una vida cristiana activa en la fe, y la fe tiene su asiento en Cristo, pero a la vez, es el conocimiento de las cosas espirituales; es saber besucar a través de Cristo lo que no podemos hallar en otro lado, y que Cristo es necesario en nuestra vida para ser salvos y para perseverar.