
Siendo satanás el príncipe de las tinieblas y mentiroso desde el principio, se hizo necesaria la presencia de Cristo en este mundo, quien es la verdad que libera al ser humano de las mentiras, y la luz que destruye el poder oscuro del mal, con la que podemos caminar en el sendero correcto, vivir la vida al modo de Dios y así somos salvados eternamente.
“Vivir bajo la oscuridad de este mundo es estar dominados espiritualmente por satanás, y esto significa una vida esclava en el pecado, vivir como siervos del mal, y contrarios a Dios, pues todas las obras oscuras comandadas por el maligno se oponen a Dios y por lo mismo, en esa condición sólo hay castigo y muerte eterna, aunque satanás haga creer que el gozo que ofrece dura para siempre.”
Cristo es la única luz que nos salva de las garras de satanás, su presencia en nuestros corazones disipa la oscuridad porque él ya venció al maligno, ha destruido su obra en el mundo y por la fe en él esta victoria se manifiesta en nuestras vidas. Siendo así la experiencia con Cristo y recibiendo las bendiciones de su Cruz nos une a él y al Padre y somos empoderados por el Espíritu Santo para caminar todos los días iluminados por el evangelio, viviendo la verdad y disfrutando las bendiciones de Dios, en lugar de sufrir las maldiciones del pecado.Aun cuando los méritos de Cristo son suficientes y eficaz en la vida humana para ser libres del poder del mal y de sus consecuencias, debemos aceptar con humildad nuestra necesidad de Cristo y recibir por la fe el ofrecimiento de su gracia, y esto solo es posible cuando oímos el evangelio, la palabra de Cristo, puesto que él nos dejó su palabra con este propósito antes de ascender a los cielos, y enseñó diciendo, que al conocer la verdad seríamos libres.