Amar a Dios es y debe ser la respuesta a su amor

El efecto del amor de Dios en nuestras vidas es la salvación y el amor por él. En todo momento y circunstancias Dios nos asiste y nos capacita con su amor, por eso es por lo que en la comunión con él nos deleitamos en su amor y disfrutamos amarlo. También en esta relación de amor con Dios nos prepara para estrechar lazos fraternales con el prójimo.

«Siempre será primero el amor de Dios, por lo tanto, ni siquiera tenemos mérito alguno por nuestro amor a Dios, porque si el amor humano depende del amor de divino, entonces todos los reconocimientos deben ser para él. Sin embargo, Dios reacciona a nuestro amor con su amor, por eso es por lo que Dios ama a quienes le aman, y manifiesta el amor perdonador a quienes perdonan por amor.»

Hay que considerar que nuestra decisión para aferrarnos a Dios y gozarnos en su amor no debe esperar para mañana, ya que él anhela que estemos en óptimas condiciones para amar, y la única forma es que aceptemos su amor en Cristo. Así es como nuestro amor es la imagen del amor de Dios, y sus acciones es nuestro modelo de amor.

La esencia de nuestra vida cristiana radica en el amor de Dios, porque sólo por él podemos ser lo que somos y hacer lo que hacemos. Cuando Dios nos amó estábamos viviendo en contra suya, pero aun así decidió amarnos, porque precisamente, por su amor cambió nuestra condición de maldición en bendición, y de muerte en vida, esto cuando aceptamos a Cristo como la manifestación del amor divino.

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