Recibamos con fe y obediencia el ofrecimiento de las bendiciones de Dios, porque todo lo que nos ofrece es necesario para estar bien; nada, es más, ni menos de lo que necesitamos, por eso es por lo que no podemos despreciar sus bendiciones. Cuando ponemos nuestra fe en Cristo y centramos nuestras vidas en él todo lo que promete se cumple, pues para eso vino al mundo y murió en la Cruz, para que hoy podamos recibir la salvación como mayor bendición y todas las cosas que necesitamos.
“He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: la bendición, si oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, que yo os prescribo hoy, y la maldición, si no oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y os apartareis del camino que yo os ordeno hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no habéis conocido.” Deuteronomio 11:26-28
En realidad, las personas que desprecian a Cristo como la bendición de Dios ya están bajo maldición, puesto que al morir no tendrán parte en la gloria de Dios, pero aun, hoy están sujetos al mal y por lo mismo no disfrutan vivir ni siquiera en esta vida. Echemos de nuestra vida el mal que hace que el ser humano esté en la peor condición, démosle a Dios el principal lugar, para obedecerlo reconociéndolo como el único Dios, el que nos creó y nos salvó en Cristo.
Salgamos de toda maldición abriendo nuestro corazón a Cristo, recibamos la salvación y la vida eterna, y que en todo en esta vida no nos falten las bondades de Dios como parte de sus bendiciones. Que en todo disfrutemos vivir y nos gozásemos al saber que Dios está de nuestra parte y que nos hará prosperar en cada paso que demos.
Nuestra capacidad para obedecer a Dios quedó anulada el día en el que quedamos sujetos al mal, ni siquiera podemos elegir el bien por si solos puestos que estamos muertos en delitos y pecados, pero para esto es la gracia de Dios que se ofrece a nuestra pobre y miserable vida. Porque Cristo ya obedeció las exigencias de Dios y porque él vino a salvarnos librándonos de la muerte como maldición del pecado es que podemos disfrutar la bendición de Dios.
Hoy Dios te señala como el objeto de sus bendiciones, pon tu fe en Cristo, sírvele viviendo sólo para su gloria y cree que a partir de este monto no estará más sujeto a la consecuencia eterna del pecado, que la ira de Dios no está más sobre tu vida, sino todas sus bendiciones.