La vida es de Dios y depende de él

La vida del ser humano salió de Dios, aunque también de manera muy especial Dios formó al hombre del polvo de la tierra. Esto significa que siempre debemos reconocer nuestro lugar ante él, somos sus creaturas y salimos de la tierra, no estamos por encima de los cielos, ni mucho menos por encima de del creador. Siempre necesitamos de Dios, porque nuestro aliento de vida viene de él, por lo tanto, él es la fuente de la vida y el sustento.

«Todo lo que necesitamos no debemos buscarlo en otro lado, por eso hay que estar cerca de Dios, y la única forma de acercarnos es por la vía que ha establecido, ya que precisamente, nuestra alma no puede estar bien si no es sustentada por su hacedor. Como fuimos creado sin pecado, la presencia de este afecta totalmente la vida, incomoda nuestro vivir y nos separa de Dios. Por lo tanto, jamás lograremos vivir bien si no estamos unidos con Dios.»

Cristo hace posible que volvamos a Dios, así como el hijo prodigo regresó a casa después de haber estado viviendo lejos de su padre perdidamente y en la miseria. Mediante Cristo podemos encontrar en Dios la comida, el gozo y recuperamos todas las bendiciones perdidas, las cuales son necesarias para el alma y para el cuerpo, pero debemos comenzar reconociendo que estamos lejos de Dios por pecar contra él, lo que también tiene como consecuencia la muerte física y espiritual.

La forma en la que Dios hace que el hombre reciba la vida manifiesta que vivimos por el respiro de Dios, así que la agonía más grande se vive cuando uno está distante de él, por eso el infierno será la expulsión total de los incrédulos, ya que la vida no se puede concebir lejos de Dios. Pero por la gracia de Dios en Cristo hoy podemos salir de esta agonía y podemos ser libres de la agonía eterna, ya que por Cristo nos recibe y nos mantenemos en una relación eterna para disfrutar vivir ahora y siempre.

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