Dios hizo todo para su gloria y para nuestro deleite

Nada nos pertenece, sin embargo, en todo lo creado encontramos la provisión de Dios y la muestra de su amor. Cuando reconocemos que ni siquiera nosotros nos pertenecemos a nosotros mismos, aceptaremos que somos de Dios y aprenderemos a depender más de él, y por lo mismo, realmente nuestras necesidades del alma y del cuerpo serán suplidas.

«Todas las cosas son de Dios y para él, no somos amos de nosotros mismos ni de todo lo creado, porque, aunque lo que Dios hizo es para nuestro deleite y sustento, le pertenecen y es para su gloria. Por lo tanto, debemos aprende a honrar el nombre de Dios con la vida sujeta a sus propósitos, viviendo conformados a su voluntad, reconociendo en todo su señorío y siendo buenos administradores en la creación, en lo puesto a nuestro cuidado y lo que nos ha sido dado como provisión.»

Ser individualistas, amontonar cosas al amparo de la perversión afectando a nuestro semejante, y pecando contra Dios, no es la mejor forma de buscar nuestra felicidad y provecho en la vida. La peor pobreza y miseria es desconectarnos de la comunión con Dios y de nuestro semejante, porque esta indiferencia nos aleja del propósito de Dios quien creó todo, y nos creó a nosotros para que disfrutemos viviendo en armonía con él y con nuestro prójimo, pues nos compartió su imagen por igual a todos.

Nada puede salir mal en los planes que Dios tiene, porque, aunque el pecado entró en el mundo y en la humanidad, la forma en la que Dios reaccionó nos permite conocer más su amor y bondades. Esto indica que el curso de la historia seguirá adelante dirigido por Dios ejecutando sus planes. Por esto es por lo que no debe haber tiempo para lamentos y murmuraciones en los valles tenebrosos, confiemos que el dueño del universo es sabio y poderoso, lo controla todo, nos ama con amor eterno y nos mantendrá a salvo. Reconozcamos el valor de todo lo creado, respetemos al Creador y démosle toda la gloria.

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