Cristo fue sacrificado para cubrir nuestros pecados

No se pueden cubrir los efectos espirituales del pecado sin derramamiento de sangre, por lo cual, desde el principio Dios mostró la señal del sacrificio perfecto para borrar nuestros pecados y quitar la culpa. El sacrificio de Cristo es la provisión de Dios para nuestras vidas, puesto que en la condición en la que nos encontrábamos, lo que pudiéramos hacer por nosotros mismos no sería suficiente para ser libres del pecado y de la maldición.

«La actitud de pecar contra Dios desde el principio fue provocada por satanás, por eso es por lo que Cristo vino a destruir las obras del diablo, pero también la actitud nuestra de querer resolver nuestros pecados por nosotros mismos es parte del engaño de satanás, quien también desde el principio provocó que Adán y Eva buscaran ser independientes de Dios, pero está probado que esto es lo que nos hace estar en la peor miseria.»

Cristo es la respuesta eterna de Dios para nuestro problema fundamental de pecado, por eso es por lo que sólo Dios nos justifica, es decir, es el único que puede declararnos justos por la muerte y derramamiento de la sangre de Cristo y, además, mediante la santificación del Espíritu Santo en la obra de Cristo nos transformar para hacemos justos delante de él, esperando el día glorioso de Cristo cuando venga por segunda vez, porque hasta en toces seremos plenamente justos.

No tratemos de cubrir nuestros pecados con buenas obras, esto no es suficiente, porque aun en nuestras buenas obras no falta el pecado. El único que logró agradar a Dios con su vida y obra en la cruz fue Cristo, así que sólo por su sangre pueden ser cubiertos nuestros pecados y quitada la culpa. Hoy podemos gozar de la comunión con Dios, porque si por el pecado fuimos separados de Dios como consecuencia, por Cristo podemos disfrutar de Dios y gozar de salvación eterna.

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