Cristo se humanó para traernos las riquezas del cielo

Dios es perfecto en todo su ser y hacer, es infinito y nunca sufrirá cambios, además, todo lo que promete lo cumple porque es veraz y todopoderoso para lograr lo que se ha propuesto y decretado. Pero aun siendo Dios quien es, aunque parece inalcanzable se relaciona con nosotros, así que es un Dios personal, porque así nos salva y permite que lo disfrutemos. Cristo es Dios y hombre, porque Dios se hizo carne para salvarnos, pero aun cuando Dios se humano, su divinidad no sufrió cambio.

“el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.” Colosenses 1:13-15 RVR1960

Dios quiere responder a todas las necesidades de nuestro corazón, por eso podemos buscar en su palabra todas las promesas que nos ha hecho, sus promesas son el resultado de todas nuestras necesidades, es decir, Dios ha revelado sus bendiciones para suplir nuestras necesidades. Cristo es la mayor revelación de quién es Dios, y de lo que quiere para nosotros. Cristo es la manifestación de la gracia de Dios, porque en él podemos ser perdonados y libres de condenación.

Siendo el pecado nuestro mayor problema, Dios nos ha prometido y cumplido la solución, esa solución es Cristo en quien debemos creer por la fe y depender siempre de él para vencer constantemente el mal. Por medio de Cristo Dios ha hecho posible que tengamos comunión con él y recibamos todos los favores que necesitamos para vivir aquí y en la vida venidera. Hoy tenemos la oportunidad de creer y ser salvos, y la promesa de poder superar el mal se cumplirá y será la experiencia de todos los días hasta que Cristo venga.

No demos lugar a la duda, porque Cristo ya venció la oscuridad con su preciosa luz, con su derramamiento de sangre nos redimió, así el diablo no tiene como acusarnos y atraparnos, pero también con su resurrección nos liberó de la muerte como maldición, porque la maldición del pecado es la muerte. Por Cristo tenemos un lugar glorioso en lo mas alto y todas las riquezas celestiales.

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